Por Ben Schneider
PhD en Administración de Empresas y Director del MBA de Pacífico Business School
La irrupción de tecnologías como el ChatGPT plantea debates técnicos y éticos. En ese contexto, ¿qué tanto puede sumar la IA a los negocios?
Hace unas semanas esta columna abordó el impacto que Chatbot GPT ha venido generando y el valor estratégico que líderes de la industria informática como Bill Gates le otorgan, equiparando su efecto al de la introducción de la PC o el Internet. Gates pronostica que en el futuro cercano cada persona tendrá un asistente virtual que responderá a sus requerimientos (compras, informes, trámites, etc.).
Desde noviembre del 2022, que fue introducido por la empresa Open AI, el “revuelo" que viene generando el Chat GPT ha llevado al Senado de los Estados Unidos a citar a Sam Altman, CEO de Open AI, para obtener su opinión sobre los efectos positivos y negativos de esta tecnología.
No será la primera vez que la humanidad se enfrente a los riesgos de aplicar indebidamente una tecnología específica. Tal vez el mejor ejemplo sea la energía nuclear. En sus primeras declaraciones, Altman dijo a los legisladores que deberá introducirse regulación específica para limitar los posibles daños del mal uso de la inteligencia artificial. Riesgos sobre desinformación, difamación, violación de derechos intelectuales, son solo algunos ejemplos del daño que el mal uso puede generar, pero los beneficios de su aplicación serán tan importantes que un reciente estudio de Goldman Sachs considera que en la próxima década los sistemas de inteligencia artificial generarán un crecimiento de 7% en el PBI global.
A nivel de una empresa, ¿cómo obtener los beneficios de esta oportunidad? En su libro “Connected Strategy", los doctores Nicolaj Siggelkow y Christian Terwiesch, recomiendan algunas pautas.
La primera es enfocarse en el cliente y su experiencia más que en la tecnología en sí. Habrá que preguntarse cómo esta tecnología nos ayuda a mejorar la experiencia de nuestros usuarios.
La segunda recomendación es enfocarse en aprender de cada interacción que se tiene con los usuarios, de manera tal que los sistemas de inteligencia artificial aprendan a realizar las tareas bajo un modelo de mejora continua.
La tercera pasa por entender que esta tecnología viene a complementar nuestras competencias, no a sustituirlas.
Estamos ante un punto de inflexión que va a revolucionar la manera en la que interactuamos con las tecnologías de información y comunicaciones y para ello será crucial el abrir nuestras mentes y estar atentos, para aprovechar las grandes oportunidades que se vienen de la mano de la inteligencia artificial.
La columna fue publicada el 17 de julio del 2023 en el Diario El Comercio.