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La economía en modo Messi…pero el de ahora!, por Roberto Urrunaga

30 de septiembre del 2020 | 00:00
​​Hace casi dos meses escribí una columna sobre la relevancia de la inversión privada como motor del crecimiento económico, y aprovechando el mensaje que debía dirigir a la nación el Presidente de la República iniciando su último año de gobierno, sugerí algunos anuncios que podrían ayudar al restablecimiento de la confianza empresarial. Honestamente, no tenía mayores expectativas que ello ocurriera, así que se trató más bien de un sueño, y por ello el golpe no fue tan duro.

Días después, sin embargo, en la presentación para solicitar el voto de confianza del Congreso de la República, el entonces reciente Primer Ministro mencionó importantes medidas que afectaban favorablemente la inversión privada. Parecía que el sueño se podía hacer realidad, aunque la ilusión duró poco, muy poco. Increíblemente (?), una semana después el más reciente Premier en su correspondiente presentación en el Congreso nos trajo a la cruda realidad, y allí el golpe sí fue tremendo. ¿Cómo pudo cambiar tanto el plan para el último año de gobierno en una semana? ¿Alguien sabe realmente qué quiere el gobierno y qué está haciendo al respecto? Las preguntas son obviamente retóricas, pero ayudan a novelar la situación.

¿Cómo han evolucionado las expectativas de los agentes económicos respecto al producto nacional? Según las últimas cifras disponibles del BCR, los pronósticos se han mantenido iguales para los analistas económicos y los funcionarios del sistema financiero, con una caída anual del 13%. Los entrevistados de las empresas no financieras, en cambio, se mostraron más pesimistas respecto a junio (-11.5% en agosto versus -8.2% dos meses antes). Por otro lado, si bien la confianza empresarial medida como el índice de expectativas de la economía a 3 meses mejoró de 28.8 a 38.1 sobre 100, ésta continúa en el tramo pesimista.

El gobierno no puede continuar enfrentado a su mejor jugador, el sector privado productivo, pues es este último el generador de empleo y riqueza, y, por tanto, del aporte de los recursos para los gastos públicos. Por ello, tiene que escuchar propuestas del sector privado en general y trabajar en conjunto la implementación de las mejores. Esto es aún más importante en el caso de las APP de los proyectos de infraestructura, tanto por su importancia como por lo que significa una APP: ser socios y no adversarios entre el sector público y el sector privado. Es comprensible que el descubrimiento de los casos de corrupción generara una reacción inicial de mayor recelo; lo que no puede continuar, sin embargo, es el escenario prácticamente de parálisis desde entonces, cuando ya se han tomado medidas correctivas y preventivas para que no se repitan situaciones similares. Está claro que queremos al mejor jugador, siempre que sea honesto.

El gobierno debe también permitir la reanudación de todas las actividades económicas y facilitar la creación y formalización de empresas. Asimismo, debe mejorar la gestión de su presupuesto, la eficacia del gasto y la rendición de cuentas, para que los ciudadanos recibamos servicios de calidad desde el gobierno. Ambos conjuntos de medidas colaborarán con el crecimiento de la base tributaria, que es lo razonable para aumentar la recaudación, en lugar de volver a recurrir al "facilismo" de aumentar las tasas impositivas que muchas veces ha generado mayor informalidad.

¿Qué es lo que deseamos? ¿Que más empresas y trabajadores se salgan del club de la formalidad del cual somos hinchas? ¿Que se mantengan en nuestro club a disgusto porque los obligamos a ello sin darles algo a cambio? ¿O que se mantengan con nuestros colores motivados y siendo más productivos?

Por Roberto Urrunaga
Director de la Escuela de Postgrado de la Universidad del Pacífico 

La columna fue publicada el lunes 28 de septiembre en la web Gestion.pe.  

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