Por Ben SchneiderPhD en Administración de Empresas y Director del MBA de Pacífico Business SchoolLa evolución del conocimiento en todas sus formas, potenciado ahora por la inteligencia artificial, sufre de una obsolescencia acelerada de tal magnitud, que exige cada vez más a los gestores, emprendedores y líderes en general, actualizar sus competencias técnicas y distintivas, casi en modo permanente, para “reinventarse" frecuentemente.
La tecnología, así como por un lado es responsable de este fenómeno, también contribuye con parte de la solución, ya que pronto contaremos cada uno, con un asistente virtual con inteligencia artificial, capaz de ayudarnos con soluciones específicas dentro de nuestra actividad.
Sin embargo, las “competencias blandas", en contraposición a las técnicas o “competencias duras", no sufren de obsolescencia acelerada y son determinantes para sobrevivir en un entorno altamente disruptivo, más sí, sufren de falta de una enseñanza estructurada a través de las distintas etapas de formación de todo individuo (preescolar, escolar y superior).
Hasta hace poco, el criterio principal para seleccionar gerentes ha sido el ponderar su solvencia técnica y la solidez de su trayectoria y experiencia.
Mas hoy en día, en entornos VICA (volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad), estas métricas tradicionales a la hora de seleccionar talento, son insuficientes. Los ejecutivos requieren contar con competencias blandas que les permitan interactuar eficientemente con una diversidad de 'stakeholders'. Esto requiere dominar habilidades como la empatía, la comunicación, la negociación,entre otras.
Hay que tomar en cuenta que el denominado “espejo retrovisor", el que supone visualiza nuestra experiencia pasada, se pone más opaco y sirve menos por las condiciones en las que nos desenvolvemos, para enfrentar desafíos futuros, y esto nos lleva a asumir una cuota de humildad, necesaria para lograr la actitud correcta. Vale decir, aprender a escuchar, a saber preguntar, a ser empático y solidario, a no intimidar, a valorar el tener mentores, a ser intrépidos pero responsablemente, a no paralizarnos ante lo desconocido, a trabajar en equipo en forma constructiva y sobre todo, a mantener una actitud abierta para aprender nuevas competencias.
El que la alta gerencia proyecte sentido y propósito será clave a la hora de liderar e imprimir en la organización un sentido de cambio continuo. Esto permitirá formar organizaciones resilientes, capaces de navegar exitosamente en aguas disruptivas y salir no solo exitosos de las tormentas a enfrentar, sino también fortalecidos.
Las competencias blandas serán determinantes en cualquier profesión y marcarán el paso en la gestión eficiente de las organizaciones hoy en día.
La columna fue publicada el 19 de agosto del 2024 en el Diario El Comercio