​Por Ben Schneider, director del Corporate MBA de Pacífico Business School

Uno de los conceptos más potentes para generar progreso y bienestar es el 'emprendedurismo' y, tras él, existe un gran movimiento de personas dispuestas -u obligadas por las circunstancias- a asumir el riesgo de no contar con un trabajo que le brinde un ingreso recurrente, a cambio de obtener independencia y libertad para desarrollar un proyecto propio, algo que les permita surgir en un mercado caracterizado por la fuerte competencia, por la disrupción que generan las tecnologías de la información y las comunicaciones, y afectado por la pandemia.

Según el informe del INEI denominado "Perú: Estructura Empresarial 2020", las medianas y pequeñas empresas (mypes) aportaron el 19% del PBI en el Perú y emplearon al 46,8% de la población económicamente activa (PEA). Sin embargo, el 83% de ellas laboró en la informalidad, lo cual las vuelve precarias y vulnerables.

David Sax, en su libro "El Alma de un Emprendedor", define a éstos como un grupo altamente resiliente, lo cual implica que se han formado en entornos de inestabilidad, casi sin ayuda y procurando sortear todo tipo de retos, lo que les ha permitido desarrollar condiciones de agilidad a la hora de ajustar sus modelos de negocios ante las crisis recurrentes. Pero la pandemia, ha sido un "cisne negro", parafraseando Nasim Nicholas Taleb en su libro del mismo nombre.

Un 'cisne negro' se refiere a un hecho inesperado, no conocido, capaz de generar un impacto muy severo y destructor, sobre el cual no se tiene experiencia de cómo enfrentarlo.

Al ya visualizarse lo que sería el fin de la pandemia tras la campaña de vacunación masiva en marcha, es estratégico planificar medidas de promoción y capacitación para facilitar que las mypes retomen la senda del crecimiento. Son los emprendedores los llamados a aplicar la resiliencia y creatividad para relanzar sus empresas, pero toca al Gobierno, la academia y sociedad civil, el reconocer el valioso aporte que realizan los emprendedores y traducir ese reconocimiento en un plan de acción novedoso, que les ayude tanto financieramente como con programas de capacitación para que lean mejor las necesidades del mercado y la evolución del comportamiento de los consumidores.

Su agilidad y creatividad serán una clave singular para la recuperación económica que el país requiere con suma urgencia.

La columna original fue publicada en la edición impresa de Día 1 del diario El Comercio el 28 de junio del 2021.