Por Ben Schneider
Empresario y director del MBA de Pacífico Business School​​
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Para construir resiliencia se requieren dos dimensiones: una proactiva que llamaremos 'robustez' y otra reactiva que llamaremos 'agilidad'.

Las pérdidas que generan fallas operacionales en las empresas vienen sumando cifras astronómicas. Tan solo en el periodo comprendido entre el 2016 y el 2021, a nivel global, más de 65.000 episodios fueron cuantificados por el “ORX Global Banking", totalizando US$600.000 millones. A esto, hay que agregar la pérdida en reputación y los efectos de que se incremente el accionar de los reguladores y los costos asociados a ello.

Estos sucesos, como es lógico, impactan fuertemente en el valor de las acciones de las empresas involucradas y estudios realizados por la consultora McKinsey arrojan que el impacto de fallas operacionales son mayores cuanto más volátil es el entorno.

¿Cómo responder adecuadamente a riesgos que sobrepasan nuestra capacidad de previsión? Empecemos por definir la resiliencia, un concepto que durante la última década se ha posicionado como imprescindible.

Resiliencia no es solo la habilidad de enfrentar y recuperarse rápidamente y al menor costo posible tras una crisis, sino que implica regresar al curso normal de operaciones fortalecido. Esto es fácil de enunciar, pero más difícil de lograr. Para construir resiliencia se requieren dos dimensiones: una proactiva que llamaremos “robustez", y otra reactiva que llamaremos “agilidad". Para construir “robustez" deberemos generar una matriz de riesgos y probabilidades de ocurrencia, para así determinar qué riesgos la firma debe enfrentar y cuál será el protocolo de respuesta que nuestros equipos transfuncionales adoptarán.

Para construir “agilidad" empoderaremos equipos para que actúen “saltándose" las jerarquías organizativas, de manera tal, que se permita mitigar la crisis en el menor tiempo posible, a manera de reacción cuando nuestras previsiones se vean rebasadas. Para ambas dimensiones (robustez y agilidad) se deberá generar una infraestructura de 'risk management' que implicará el monitorear indicadores definidos para alertar la posible ocurrencia de una falla operacional o cambio brusco que genere una crisis.

La consultora McKinsey realizó un estudio tras la pandemia y encontró que dos terceras partes de las empresas encuestadas indicaron que la resiliencia era el foco de su estrategia. También se encontró que dichas empresas habían empoderado a sus equipos de 'risk management' por sobre sus equipos destinados a la formulación de estrategias.

El 75% de las empresas indicó que el fortalecer la cultura sobre el manejo de riesgos, así como la integración de la resiliencia en el proceso de formulación de estrategias, es la exigencia central hoy en día. 

La columna fue publicada el 14 de agosto​​ del 2023 en el Diario El Comercio.