Por Ben Schneider
PhD en Administración de Empresas y Director del MBA de Pacífico Business School
Las organizaciones están conformadas por individuos que interactúan en equipos de trabajo a quienes se les encomienda tareas, asumiendo cada participe roles e interactuando con efectividad y eficiencia para lograr resolver los retos que se presentan día a día.
Estos grupos tienen también la misión de innovar y buscar mejoras con el objetivo de generar valor.
Sin embargo, en muchas organizaciones los equipos de trabajo se enfrentan a trabas burocráticas y departamentos “estanco” que hacen difícil la interacción multidisciplinaria que el entorno cambiante, volátil e inestable requiere.
A través de los años, los estudiosos del ‘management’ han analizado distintas actividades donde seres humanos interactúan en búsqueda de “importar” prácticas que inspiren y mejoren el funcionamiento de los grupos de trabajo. Son famosos los estudios realizados sobre el comportamiento de mineros dentro de socavones donde aflora la solidaridad, la concentración y la eficiencia al desenvolverse en un ambiente inhóspito y peligroso.
También se ha estudiado el comportamiento de deportistas como el caso de Sir Alex Ferguson y el equipo de futbol Manchester United, o el equipo Mercedes Benz de Fórmula 1, bajo la dirección de Toto Wolf. Ambos directivos obtuvieron a lo largo de los años resultados óptimos con sus respectivos equipos.
La consultora McKinsey ha dedicado años a analizar más de 4.000 equipos de trabajo dentro de su propia organización, para crear una metodología o sistema operativo, que se basa en lograr implementar mediciones en tiempo real sobre aprendizaje continuo, ‘accountability’ sobre cada individuo y sobre el grupo, entre otros parámetros.
De lo que se trata es de verificar como cada equipo genera valor, con qué capacidades técnicas cuenta cada miembro para contribuir con la solución requerida, y qué normas culturales y predisposición hacia una colaboración constructiva se encuentran en el grupo.
Será muy importante prestar atención a “vicios ocultos” que se presentan en el desenvolvimiento de los grupos de trabajo, como debates improductivos, confrontaciones entre sus miembros por rivalidades, complacencia, etc.
Por último, el líder del grupo debe inspirar y no intimidar, fomentar la discusión constructiva, la tormenta de ideas, el generar un ambiente que invite a la innovación, saber escuchar y en los momentos difíciles, defender al grupo aunque esto le genere reacciones adversas en forma temporal dentro de la organización.
Empatía, reconocimiento y aprecio, serán actitudes claves que el líder debe mostrar sobre todo en entornos complejos y desafiantes como los que enfrentamos hoy en día.
La columna fue publicada el 9 de diciembre del 2024 en el Diario El Comercio.