Por Ben Schneider
Empresario y director del MBA de Pacífico Business School​

Pasado lo más grave de la pandemia, tal vez sea tiempo de volver a la presencialidad. La interacción física sigue siendo fundamental dentro de una empresa.

En 1970, Thomas Allen, el prestigioso especialista en 'management', concluyó tras un estudio que la comunicación entre colaboradores dentro de una empresa se afectaba exponencialmente con la distancia entre sus escritorios.

Cuando Google diseñó su nueva sede en Silicon Valley (EE.UU.), cuya apertura se estima para el 2023, lo hizo de tal forma que los colaboradores puedan acercarse unos a otros caminando no más de 2,5 minutos.

Esta información es relevante sobre todo cuando los colaboradores están regresando a las oficinas y muchos líderes analizan los efectos del trabajo remoto. Por ejemplo, Jamie Dimon, CEO de JP Morgan Chase, sostiene que el trabajo remoto "mata" la creatividad y daña a los ejecutivos nuevos, afectando el 'coaching' y 'mentoring', y compromete el proceso de toma de decisiones, haciéndolo más lento.

A la gente le cuesta diferenciar entre sus compromisos laborales y los quehaceres domésticos. Así, el hogar se convierte en un ambiente precario para trabajar. James Gorman, CEO de Morgan Stanley, se ha referido al respecto con un mensaje bastante fuerte: "Si los colaboradores pueden salir a comer a un restaurante, ¿por qué no pueden regresar a la oficina?".

Microsoft realizó un estudio entre 60,000 colaboradores que dio como resultado que los "trabajadores virtuales" eran mucho menos propensos a conectarse con colegas con quienes no habían sostenido una relación antes de la pandemia. Considerando la alta rotación que se ha dado, esto es grave.

La opción híbrida también tiene sus propias complicaciones. En una encuesta global a 600 empresas, realizada por la firma Cushman & Wakefield, el 80% de los encuestados indicó que el modelo híbrido les generaba estrés y cansancio emocional. Los colaboradores anhelan recuperar la camaradería, la interacción social, las experiencias compartidas, pero resulta que hasta un número bajo de días de trabajo remoto versus el presencial, genera un impacto alto en la frecuencia de encuentros cara a cara.

Se estima que si se trabaja en modo presencial tres días a la semana, esto limitará la interacción entre colegas en un 64% versus la situación pre pandemia. Si fueran solo dos días presenciales a la semana, el porcentaje sube a 84%.

La proximidad es poder, poder para interactuar, socializar, ser creativos, y va a permitir a los jóvenes mostrarse ante sus jefes y así progresar en sus líneas de carrera. Las empresas necesitan de la presencialidad para recuperar el tejido humano que las hace funcionar eficientemente.