​Xavier Urios* y Marta Ortega
Equipo de Gerencia de la Cámara Española
Durante las últimas semanas se han multiplicado las voces que nos adelantan la necesidad de un cambio en los modelos económico y social. ¿En qué consisten esos cambios? Todos los ámbitos de nuestra vida deberán ser revisados y ajustados, nuestras organizaciones no van a ser ajenas a ello. Quizá muchos estamos ya enfrentando el reto de supervivir. 

En unos semanas volveremos a la oficina, y fracasaremos si pensamos que ya ha pasado todo y que estamos preparados para el nuevo mundo que se nos viene. La lista de tareas urgentes es abrumadora: control de la caja y cobranzas, cómo financiarnos, reactivar relaciones de largo plazo con clientes, volver a producir con la eficiencia de antes y recuperar nuestra posición de mercado. Tenemos que prepararnos para las preguntas que hoy ni siquiera conocemos, y que nos obligarán a ver la realidad con enfoques diferentes.

En este contexto incierto, hay un elemento clave que no podemos dejar de lado: nuestros equipos. Necesitaremos apoyarnos en personas con capacidad de mirar todo, lo nuevo y lo viejo, de manera diferente. Equipos diversos que combinen el talento existente de nuestra organización con miradas nuevas y frescas, y capaces de complementar el saber tradicional con nuevos enfoques.

¿Y cómo nos preparamos para armar estos equipos? La diversidad puede ser uno de los valores clave para marcar la diferencia en este  mañana inmediato. Desconfiemos de los cantos de sirena que nos dicen que no es prioritario revisar el porcentaje de mujeres ejecutivas, sobre todo en un país  donde sólo 1 de cada 4 ejecutivos y 1 de cada 10 directores son mujeres. ¿Realmente creemos que tenemos equipos con todas las miradas que se requieren para el cambio que se nos avecina?

Ya desde hace años, estudios e investigaciones indican que hombres y mujeres presentan características complementarias. La revista Forbes establecía que las mujeres presentan más capacidad que los hombres en competencias tan importantes como: tomar iniciativa, fomentar el desarrollo propio y de los colaboradores, conducir a los equipos a objetivos concretos, construir relaciones positivas en la organización, analizar y gestionar problemas y conflictos, comunicar de forma clara y eficaz, entre otras competencias. 

Ese mañana será el territorio de equipos mixtos y que miren todavía con mayor apertura la nueva realidad que se nos viene. El reto no será elegir entre un género u otro, sino aprovechar al máximo las capacidades de cada uno de ellos. Pero estas capacidades hay que generarlas y más aún si tomamos consciencia del desbalance no sólo en nuestras organizaciones sino en la sociedad en general. 

Promover el cambio requiere de decisores convencidos de la equidad de género como generador de valor en sus equipos y a la vez, comprometidos en invertir en la preparación de ese talento femenino. Así tendremos todas las capacidades personales y profesionales para liderar juntos el cambio que se avecina.

¡Manos a la obra!**