Si se logra un balance adecuado entre
libertad, disciplina y control en una
empresa, se puede sentar las bases para
promover la innovación sin trabas.
El término libertad es
muy amplio y puede llevar a
que sea interpretado de diferentes
maneras, por diferentes
personas. Si trasladamos este concepto
al campo de la empresa,
nos encontramos con una
herramienta muy poderosa
para incentivar la creatividad en el centro de trabajo.
Las palabras ‘empoderamiento
del capital humano’,
casi se ha convertido en un
cliché. Pero el problema que
enfrenta la mayoría de altos
directivos, en casi toda organización,
es cómo balancear
el empoderamiento del colaborador
con la disciplina
operacional y el control de
la gestión.
Parte del problema es que
muchos ejecutivos consideran
que el concepto de la libertad
versus control es una
relación de ‘suma cero’. Ranjai Gulati, catedrático
del Harvard Business
School, ha desarrollado investigaciones
en diversas
industrias, donde encontró
que el proveer lineamientos
a los empleados no implica
el quitarles la libertad de actuar. Inclusive, cuando las
guías están bien implementadas,
ayudan a alinear la
creatividad del colaborador
con los objetivos de la organización.
El proceso de toma
de decisiones por parte de
los ejecutivos en una organización,
requiere de cierto
marco de referencia.
Con el desarrollo de las
redes sociales, las personas
hoy gozan de innumerables
canales para expresarse. En
comparación, en un centro de
labores la persona no cuenta
con el mismo nivel de libertad,
y la alta dirección teme
realizar un cambio drástico.
Hay, sin embargo, tres
elementos básicos que ayudarán
a construir un marco
adecuado para permitir que
fl uya la libertad y el empoderamiento,
sin poner en riesgo
la marcha estratégica de la
organización. El primer elemento es determinar
un propósito para
la organización. Cómo así la
empresa logra que diferentes
‘stakeholders’ alineen sus intereses
tras ella. Esto genera
que los colaboradores comprendan
la razón por la cual
trabajan en la fi rma. El segundo elemento es
el fijar prioridades. Una organización
puede escoger
como valores, por ejemplo:
la seguridad del servicio que
presta, la atención al cliente
y el ‘delivery’. Pero, para establecer
un marco claro de
referencia, será importante
acordar cuál será la prioridad
a la hora de implementar
estos valores seleccionados.
El tercer elemento es el plantear
principios que la organización persigue y respeta,
así cada colaborador tendrá
por un lado como acelerador
de su labor, la libertad
de expresarse; pero como
freno, los principios que lo
mantendrán enfocado en las
acciones que la organización
permite y aquellas que la fi rma
rechaza.
El lograr un balance adecuado
entre libertad, disciplina
y control de la gestión
en el centro de trabajo será
la clave para fomentar la tan
deseada innovación, que
constituye el motor de toda
organización moderna.